EL ALMA ENTRELAZADA
Dicen que, a veces, el alma se queda.
Entrelazada.
Agazapada en el silencio del fondo de un valle.
O escondida en el corazón de los troncos.
Escuchando
el ulular del cárabo en la noche.
O vaga libre por entre los montes,
en pos del viento,
besando las laderas.
No quiere el alma despegarse de la tierra.
Dicen que, a veces,
se escucha la risa cuando el alma juega.
Y se huele la humedad de la hierba,
y el frescor de los prados
Donde el alma sueña.
Pilar López Ávila